miércoles, 30 de abril de 2008

Los trastornos de la alimentación


Estos son patologías en las que interviene una compleja multiplicidad de factores. Éstos pueden incluir trastornos emocionales y de la personalidad, presiones familiares, una posible sensibilidad genética o biológica y el vivir en una cultura en la cual hay una sobreoferta de comida y una fuerte presión social para mantenerse en forma o con una llamada “buena presencia” que generalmente se refiere a valores estéticos directamente vinculados con la delgadez.
Incluidas entre los trastornos de la alimentación, encontramos aquellas patologías como la bulimia nerviosa y la anorexia nerviosa. Ambos trastornos están relacionados con las distorsiones del esquema corporal.


Tratamientos para la bulimia y anorexia

Abordaje farmacológico

La estrategia implementada actualmente en el abordaje farmacológico ha estado orientada a disminuir los síntomas depresivos, obsesivos compulsivos o la falta de apetito que generalmente acompañan estos trastornos.
Los medicamentos utilizados en la bulimia nerviosa son los antidepresivos. En el caso de la anorexia nerviosa, los más empleados son los medicamentos que estimulan el apetito.
Sin embargo, ninguna farmacoterapia ha demostrado todavía ser muy eficaz o suficiente. En general, es un paliativo a corto plazo que sólo sirve para enfrentar períodos agudos o críticos.

Abordaje interdisciplinario

Todos los desordenes alimenticios deben ser enfocados de manera interdisciplinaria. Este enfoque se refiere a una forma particular de abordar a un paciente, es decir, desde distintas disciplinas interconectadas. De este modo no se toma al paciente en forma atomizada, si no desde una perspectiva que lo comprende en su totalidad.
Es común que, con el auge de las especializaciones, un paciente sea atendido desde una especialidad médica, supongamos ginecológica, por desordenes menstruales, y se pierda allí la posibilidad de detectar precozmente el cuadro de anorexia nerviosa. La visión interdisciplinaria apunta a abordar al sujeto en su totalidad, en lugar de tomarlo como objeto de cada disciplina por separado.
De esta forma se deberá: incluir el control médico; lograr la normalización en la forma de comer a través de una terapia nutricional adecuada; actividad física supervisada para acotar los excesos; terapia psicológica o psicoanalítica, familiar y/o de pareja, terapia de grupo; abordaje psicofarmacológico para controlar la depresión y la ansiedad.
En cada caso, debe haber un plan de tratamiento que responda a un plan general y a la particularidad de cada sujeto. En los casos más graves y de riesgo de muerte, se hará necesaria la internación hasta lograr cierta estabilización del cuadro.
El mayor desafío en el tratamiento es lograr que el paciente reconozca que padece un trastorno en la alimentación, y que éste es en sí un problema y no una solución a otros problemas.
El propósito del tratamiento es restaurar el peso corporal normal y los hábitos alimenticios, así como superar el problema psicológico subyacente. “A todo esto hay que sumarle una gran depresión, que es producto, en parte, de la soledad a la que te has condenado. Te has sometido a un doloroso aislamiento. Has fabricado un ámbito de frustración y soledad, te has sumergido en el” (obra citada).
Debe destacarse que el acompañamiento y el compromiso familiar con el tratamiento son fundamentales, ya que es frecuente que el paciente quiera abandonarlo o boicotearlo.

Limitaciones del acceso al tratamiento

No solo el rechazo al tratamiento y la negación a la enfermedad que caracterizan a estos pacientes son obstáculos para el inicio del tratamiento.
No suele existir en los países latinoamericanos un sistema de salud que contemple la adecuada atención de estos trastornos. Casi todos los casos deben ser absorbidos por el sistema público de salud que, en general, esta colapsado por la masiva demanda de la población o porque se encuentra desmantelado, o por ambas circunstancias.
Quienes pueden acceder a sistemas de salud privada generalmente se encuentran con que estos no cubren la atención de enfermedades como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, ya que su tratamiento no es “rentable” para estas empresas que se dedican a la prestación de servicios de salud.
Actualmente, en la Argentina, el tratamiento de trastornos de la alimentación, como la obesidad, la anorexia nerviosa o la bulimia nerviosa, no es contemplado por las obras sociales ni por las empresas de medicina prepaga.

Bibliografía: Jorge Luís Colombo: “Comer todo o comer nada”

Sol Pellegrino.

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