El ser humano está compuesto por un 13% a 15% de proteínas, 10% a 13% de lípidos, 2% de hidratos de carbono, 2% a 5% de minerales y un 70% de su cuerpo es AGUA. Ésta es un componente indispensable para la vida y el que más abunda en los alimentos (desde un 90% en algunas frutas y verduras y hasta un 60% en carnes). Diariamente se pierde en forma de vapor por los pulmones y con el sudor, y en forma líquida en la orina y las heces. Esa pérdida es equilibrada con las bebidas, alimentos, leche, etc. Nunca hay que esperar a sentir sed para consumirla, ya que “tener sed” es un signo de deshidratación. Al sentirla, nuestro cuerpo tiene un 2% de deshidratación, y ya un 1% de ésta es un 10% menos de rendimiento físico. Se recomienda consumir dos litros y medio de agua diarios, sobre todo en verano, cuando a través de la transpiración se pierde un alto porcentaje de agua. Esto es, alrededor de 1,5 ml por kilo de peso corporal al día. Si se realiza actividad física, es muy importante consumir agua antes, durante y después de ella, sin esperar a sentir la necesidad de tomarla.
Enfermedades Hídricas.
El agua potable es aquella “no contiene sustancias o cuerpos extraños de origen biológico, orgánico o radiactivo en concentraciones tales que la hagan peligrosa para la salud”. El hecho de que el agua posea microorganismos no le quita potabilidad. Lo importante es la concentración, que no debe superar ciertos límites, los que a su vez varían para cada sustancia: la concentración aceptada de iones pesados o plomo (nocivos para la salud) debe ser menor a aquella de sodio, magnesio, calcio, sulfatos y bicarbonatos. El agua no potabilizada puede ser vehículo de agentes patógenos diversos.
El agua suele contaminarse con bacterias que provocan enfermedades gastrointestinales. Una de las formas más sencillas de potabilizar agua es mediante la aplicación de cloro, proceso que se utiliza en la Ciudad de Buenos Aires y nos protege, especialmente, del cólera. Si en alguna oportunidad tiene que tomar agua de pozo o de dudosa fuente, puede potabilizarse con apenas dos gotas de lavandina por litro y esperar media hora antes de consumirla. También con vinagre o limón, menos peligroso que el cloro.
El agua potable es aquella “no contiene sustancias o cuerpos extraños de origen biológico, orgánico o radiactivo en concentraciones tales que la hagan peligrosa para la salud”. El hecho de que el agua posea microorganismos no le quita potabilidad. Lo importante es la concentración, que no debe superar ciertos límites, los que a su vez varían para cada sustancia: la concentración aceptada de iones pesados o plomo (nocivos para la salud) debe ser menor a aquella de sodio, magnesio, calcio, sulfatos y bicarbonatos. El agua no potabilizada puede ser vehículo de agentes patógenos diversos.
El agua suele contaminarse con bacterias que provocan enfermedades gastrointestinales. Una de las formas más sencillas de potabilizar agua es mediante la aplicación de cloro, proceso que se utiliza en la Ciudad de Buenos Aires y nos protege, especialmente, del cólera. Si en alguna oportunidad tiene que tomar agua de pozo o de dudosa fuente, puede potabilizarse con apenas dos gotas de lavandina por litro y esperar media hora antes de consumirla. También con vinagre o limón, menos peligroso que el cloro.
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